El mundo está cambiando, ¡y eso es muy bueno! Vamos evolucionando, deconstruyendo, aprendiendo a ver las cosas desde nuevas perspectivas. Hoy le damos importancia a temas que tan solo hace 15 o 20 años se vivían completamente diferente.
Yo creo que estoy en la generación de la transición. En esos casi 38 en los que tengo consciencia suficiente para recordar cómo era la vida cuando estaba en el colegio y cómo hoy tantas cosas han cambiado… para bien, aunque cueste.
Esos cambios son complejos porque nos sacan de nuestro lugar seguro, de lo que conocimos, de lo que creímos normal. Y una de esas cosas que hoy es distinta es el trato a los animales.
En poco tiempo hemos pasado de usar pieles naturales a escuchar activistas dando su vida por la defensa animal. Lo que antes era sinónimo de estatus y prestigio, como la caza, hoy es visto como el más cruel de los asesinatos. Tan solo hace unos años, no se hablaba de los derechos de los animales, ni de la adopción, ni de la tenencia responsable; pero tampoco se hablaba de la humanización animal que, visto desde el otro extremo, también es una forma de maltrato.
Hoy las cosas cambiaron y estamos frente al reto de, primero, comprender que los animales no son cosas, que no se intercambian, que no se maltratan, que no se abandonan y, segundo, de transmitirle eso a los niños y niñas (aunque a veces creo que ellos son quienes nos enseñan más a nosotros).
Muchas polémicas se levantan sobre este tema, pero lo cierto es que quienes hemos experimentado el amor y la compañía de nuestras mascotas, sabemos que sienten, se comunican, aman, juegan, están. No son objetos, son seres vivos con un inmenso sentido de lealtad, de cariño, de fidelidad.
Le dedico este episodio, obviamente, a mi Coli, mi compañera hermosa que, con 8 años, conserva el alma de una cachorra para jugar como loca por toda la casa. Se lo dedico también a Mili, la gatita de mi hermano Julio, que, aunque desde hace unos días no está presente, estará siempre en el recuerdo por todas esas noches de maullidos y acurruques que vivieron juntos.
Gracias, a mi querida Bernarda, a quien espero conocer pronto, por este inmenso trabajo que hace no solo atendiendo y protegiendo gratuitamente a animalitos, sino por el compromiso de crear más consciencia en el mundo.
Sobre Bernarda
- Bernarda es veterinaria, y eligió esa carrera con un sólo propósito: poder atender gratuitamente a todos los animalitos a los que le fuera posible.
- Vive en Quito y dedica gran parte de su tiempo al rescate y atención animal.
- Dirige dos refugios, uno para perros y otro para gatos. Necesitan apoyo para comida, medicinas, atención, traslados y todo lo que conlleva el cuidado animal. ¡Puedes seguirlos en sus cuentas de Instagram: Segunda Oportunidad Perro y Segunda Oportunidad Gato.
Espero que disfruten de este episodio.
Escúchalo en YouTube: https://youtu.be/coP6cJD9BuU