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Al inicio, cuando hablé de mi depresión lo hice con mi psicóloga o mi psiquiatra. Luego, avancé hacia alguno de mis amigos y un poco de mi familia. En realidad, nunca tuve miedo de hablar, pero entiendo que en el entorno había miedo de preguntar. Un miedo natural a lo desconocido y a no poder tener una respuesta o ayuda para alguien que querían.

Ahora que poco a poco he ido abriendo el espacio para poder compartir esta faceta de mi vida, hasta donde la comprendo y puedo transmitirla, creo que voy generando un alivio y una responsabilidad.

Un alivio porque chocarse con la humanidad de una persona y más con la propia es desafiante. Te plantea millones de preguntas, te vuelve más empático en ciertos momentos y a mi me regalo paciencia, que aún creo, me sigue faltando.

El alivio también viene por ser 100% tú. Ese es un camino más largo creo, porque abrir todas tus facetas siempre trae riesgos, siempre acarrea pérdidas, siempre te cierra y abre puertas. Pero va valiendo la pena, yo sigo en el proceso. Un proceso de salvarme… de salvarme de mismo.

Pero también lo asumí como una responsabilidad, porque creo que si se pueden encontrar herramientas para aprender a convivir con la depresión, por qué no compartirlas. Uno de los mayores problemas de la depresión y de las enfermedades mentales en general, es la falta de empatía, es la falta de escucha. Si yo puedo generar conexiones o brindar oído, lo voy a hacer siempre y cuando mi salud mental también me lo permita.

En este largo caminar de más de 20 años de convivir con esta condición, he ido evolucionado entre terapias y madurez, creo que tuve la suerte de tener un entorno sólido. Mi salvación siempre fue y estoy seguro seguirá siendo: mi familia, mis amigos y mi soledad.

Un tridente poderoso es la familia como fuerza cuando no podía más, son inspiración pura; los amigos con estancia y escucha, el simple hecho de estar; y en la última etapa la soledad, cuando por fin nos logramos reconciliar después de años de huirle por el profundo poder de su silencio y mi insoportable miedo a mi reflejo.

Claramente no hay una receta mágica para enfrentar la depresión, no se logra ni solo con pastillas, o solo con terapia, o como llegan a decir algunos “ya ponle ganas. No tienes por qué estar triste”. Es una combinación de factores y aún así existen niveles de depresión, unas más leves, otras más agudas; unas situacionales y otras constantes.

Lo que sí es invariable es el poder de escuchar y hablar. La magia de buscar como expresar, que en mi caso fue la música y la poesía. Lo esencial de un entorno que tenga la suficiente paciencia de poderte acompañar, a veces sin comprender y otras levantándote sin preguntar. El romper el tabú sobre la terapia psicológica que es solo para “loquitos”, si no como un método de prevención en salud. Y si, finalmente también esta la voluntad, no como un deseo de estar mejor, todos queremos estar mejor, unos pueden hacerlo a conciencia, otros no totalmente. Voluntad me refiero, como una forma de aceptarte, de ir en el camino de todos, a paso diferente.

¡Conoce más de todo lo que hablamos en el episodio!

El flaco

  • José Luis tiene 38 años, trabaja en comunicación organizacional y vive en Ecuador. Estudió periodismo y tiene una Maestría en Comunicación Política e Institucional. Su Instagram personal es @flacogarcesm
  • Todos sus amigos/as le decimos “el flaco”, ¡desde siempre!
  • Su tiempo libre lo distribuye entre la poesía y la música. 
  • Desde 2014 es vocalista de la banda de covers MOS. Puedes seguirlos en su cuenta de Instagram como @moscovers

  • Ha escrito 3 libros de poesía: Instantáneas (2012); Sonido Natural (2013) y Mujer Ciudad (2016). El último fue publicado en portugués y español, y su lanzamiento oficial fue en Portugal. Puedes encontrar toda la info sobre su poesía en su Instagram @joselgarcesm 

  • En el episodio, José Luis habla sobre el poema “Bifurcaciones” que ha sido uno de los que le ha marcado. Puedes escucharlo en su cuenta de SoundCloud.
  • Una escena a la que hace referencia en la entrevista, es la de la película “A beautiful mind”, un filme basado en la historia del matemático John Nash, que padecía esquizofrenia. Puedes ver cómo se aborda esta enfermedad en algunas escenas, haciendo click aquí.

Gracias por haber sido parte de este episodio, ¡cuéntame si te gustó!

Hasta la próxima semana,

nicole

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