Nota inicial: Siempre he creido que la adopción es un acto de amor, pero también sé que es un proceso en muchas ocasiones difícil y emocionalmente fuerte, con circunstancias y momentos que hacen que cada historia sea distinta. Partiendo desde ahí, desde el respeto hacia las familias que viven este proceso, y entendiendo que no todos los casos son iguales, aunque en todos exista un gran amor de por medio (estoy segura de eso), grabé este episodio junto con Agostina, que nos cuenta con mucha apertura y honestidad su vivencia y experiencia única, así como únicas serán las otras miles de historias que existen en el mundo con respecto a este tema. Desde aquí, siempre todo está hecho con amor, aunque haya temas difíciles de abordar. Espero que así lo puedan sentir.
La adopción es, definitivamente, un enorme acto de amor. Y los actos de amor tienen que ser compartidos, contados, disfrutados, no pueden quedarse en el anonimato ni en el silencio, porque los actos de amor nos impulsan, nos motivan, nos hacen sonreír y, sin proponérselo directamente, nos abren muchas puertas hacia la reflexión.
Aunque mientras más pasa el tiempo más vamos rompiendo tabúes y barreras, es una verdad que para muchas familias y para muchas personas, los temas de adopción siguen siendo un tabú. Por eso, en muchas ocasiones se tratan puertas adentro, solo con el círculo íntimo, solo con la familia más cercana, y en muchas otras ni siquiera ahí.
Pero, ¿por qué? Me atrevo a decir que uno de los factores que más incide en el silencio o en lo lejos que aún estamos en ciertas sociedades de normalizar los temas de adopción, es el miedo. El miedo al rechazo, el miedo a perder a quién amamos, el miedo a que nuestros hijos/as adoptivos no nos comprendan, el miedo a que quieran conocer a su familia biológica y no puedan o sea una experiencia triste, el miedo a que les duela, el miedo a que nos duela, el miedo a enfrentar una reacción no esperada, el miedo al mundo. El miedo, en cualquiera de sus formas y expresiones. Y no, no es fácil vencerlo. No es fácil romper de un segundo a otro con tantas creencias, mandatos, estereotipos, qué dirán o tabúes que están ahí, en el mundo exterior y en el interior, circulando sobre la adopción. Pero, definitivamente, una forma de empezar a mirar al miedo a la cara, es hablando abiertamente del tema. Del tema, del miedo, del amor, de las historias, de lo que sentimos.
Así es como llega Agos, de 23 años, al podcast, a contarnos abierta y generosamente su camino de la mano de su familia; a compartir sus sensaciones, sus experiencias y para romper este tabú en relación a la adopción. Agos fue adoptada desde el embarazo, cuando la ley de adopciones en Argentina permitía hacerlo. Ella y su madre dicen que estaba destinada a llegar a la familia porque tan solo meses después de su nacimiento esta ley cambió y, bajo el nuevo reglamento, Agos no hubiera podido llegar a su hogar desde el día 0. Pero por suerte eso no fue así, y hace 23 años, la familia compuesta por dos hermanas mayores, papá y mamá, recibió a una nueva integrante luego de años de no tener un bebé en la casa.
Agos no solo que conoce su historia con lujo de detalles – lo que sin duda le permite vivir en libertad -, sino que cuando fue mayor de edad decidió conocer a su familia de sangre y lo hizo con total apoyo y contención de su familia, en especial de su madre, Cristina, quien fue la persona que, llegado un momento, le presentó la opción de hacerlo, aclarando que quedaba 100% bajo su decisión. Cuando se sintió preparada, a los 18 años, decidió conocer a su familia biológica y dice que fue la mejor decisión que tomó.
Que hermoso ha sido conocer esta historia, sentirla tan cerca, vivirla tan normal y ver cómo esa familia aprendió no a vivir sin miedo, sino a enfrentarlo en todos los momentos en los que tuvo que hacerlo y fortalecerse en el camino.
Estoy convencida de que la mejor forma de derribar los tabúes, en cualquiera de sus miles de expresiones y temáticas, es con información, con testimonios, con experiencias de otras personas que nos permitan conocer, desde sus vivencias y emociones, sus propios procesos. Quizá la empatía, la identificación con la otra persona, el no sentir que estamos solos en esto, nos ayude a tomar mejores decisiones en momentos clave: ¿debo adoptar? ¿cómo debo hacerlo? ¿debo hablarlo? ¿con quién? Para este camino, obviamente, existe orientación y ayuda profesional que puede ayudar con el acompañamiento necesario para enfrentar de mejor manera nuestros propios procesos.
En este tema, cada caso es un mundo, y nadie tiene derecho a juzgar las decisiones que toman las familias en base a sus propias realidades. Es clave aprender a respetarlas desde la empatía y la compasión. La intención aquí es hablar de eso que incomoda, de eso que no se dice con naturalidad, para poder entenderlo desde las sensaciones, los sentimientos, los temores y el amor y, ojalá, aportar para que el camino, cualquiera que sea, sea más leve y llevadero.
Un abrazo muy grande a las personas que han vivido un proceso de adopción y un GRACIAS enorme por ese acto de amor: a las parejas o personas sin pareja que abrieron las puertas de sus vidas para formar un nuevo hogar, a las chicas y chicos (o no tanto) que han vivido este proceso que requiere de mucha fortaleza para vencer muchos miedos, y un abrazo a todas las personas que hoy están viviendo esta etapa, porque requiere de paciencia, espera y confianza de que pronto llegará esa persona que tanto anhelamos, a ampliar la familia.
¡Conoce más de lo que hablamos en el episodio!
- Agos vive en la Provincia de Córdoba, Argentina
- Puedes seguirla en su cuenta de IG, @agostinahered o dejarle un mensaje en nuestras redes sociales
- El Canal Encuentro, de Argentina, ha producido Historias de Adopción, me ha encantado mirar estos testimonios, ¡me llenó de emoción! Los recomiendo mucho.
- Si quieres conocer más sobre adopciones en Argentina, visita https://www.argentina.gob.ar/justicia/adopcion
- Si quieres conocer más sobre adopciones en Ecuador, visita: https://www.inclusion.gob.ec/la-adopcion-es-vivir-la-experiencia-de-disfrutar-el-tener-un-hijao
Hasta la próxima semana,
nicole